PRÓLOGO

PRÓLOGO

Así escribes, así lees y así piensas.

La escritura es una forma de ordenar el pensamiento y la comunicación. Dentro de la escritura se incluye la ortografía como un sistema de escritura en el que los sonidos de una lengua se representan por caracteres alfabéticos. La escritura además de ordenar el pensamiento y la comunicación también es un acto estético en el que participa de una manera destacada la ortografía. La escritura es un arte que se halla embellecido aún más por la ortografía correctamente expresada.

La relación entre pensamiento y escritura la explica con detalle el profesor J. Richard Grenty en un artículo publicado en Psychology Today: “La formación explícita sobre ortografía puede ser el eslabón perdido para el éxito educativo”. Aunque el autor se refiere a la situación estadounidense, en la que los estudiantes cada vez sacan peores notas en comprensión lectora, bien podría aplicarse a nuestro país. Como explica el autor, no enseñar a los estudiantes ortografía daña gravemente su desarrollo.

El psicólogo cognitivo Dan Willingham señala que la ortografía y el deletreo son “la chispa que prende la llama de la lectura en nuestro cerebro”. En otras palabras, nuestro cerebro utiliza estas herramientas para decodificar de dos maneras distintas las palabras: por una parte, proporcionando sonido a las palabras; y por otra, uniendo las letras escritas sobre la página a las representaciones básicas que tenemos almacenadas en algún lugar del cerebro, y que permite identificar rápidamente una palabra.

Lectura, escritura y ortografía

La lectura y la escritura están inextricablemente ligadas y ambas influyen y se ven influidas por el desarrollo continuo del lenguaje del niño y sus conocimientos metalingüísticos. El enfoque tradicional sostenía que los niños solo podían aprender a escribir mediante una instrucción formal. La escritura debería adquirirse una vez alcanzado un dominio básico de la lectura, porque gracias a la lectura, los niños adquirirían las reglas de correspondencia grafema-fonema y aprenderían las convenciones de la letra impresa, llegando a integrar la correspondencia inversa a la anterior; es decir la correspondencia fonema-grafema. Dentro de este enfoque tradicional, la enseñanza temprana de la escritura consistía en que los niños practicaran la formación de las letras del alfabeto y copiaran textos.

Recientemente se ha puesto en duda la lógica de este enfoque. Se considera que los niños, como aprendices activos, adquieren mucha información sobre la escritura incluso antes de recibir instrucción formal sobre la misma. Cuatro son las ventajas que se derivan de la táctica de animar a los niños que no saben leer a experimentar con la escritura. En primer lugar, los niños que hacen de forma espontánea trazos de escritura en un papel se implican activamente en el proceso de escritura (frente a la copia pasiva de letras y textos). En segundo lugar, al hacer esfuerzo por escribir lo que dicen ellos mismos, los niños toman conciencia de la relación entre el lenguaje escrito y el hablado. En tercer lugar, los niños que, por su propia cuenta, escriben letras y series de letras para representar palabras están empezando a descubrir el principio alfabético. Y en cuarto y último lugar, a medida que los niños vuelven a leer lo que han escrito, por muy mal escrito que esté, se ven expuestos a la estrecha relación entre la escritura y la lectura.

En la primera escritura de los niños, puede que haya poca relación entre la serie de letras que escriben y lo que se pretende decir. Al final, llega un momento en que tienen que conocer por completo las convenciones de la ortografía normalizada. Las reglas de correspondencia grafema-fonema que hay que aprender para poder leer son las mismas que hay que aprender para poder escribir con la ortografía convencional.

El diccionario de la lectura y términos afines de la International Reading Association habla de varios tipos de ortografía: a) inventada, ortografía sistemática gobernada por reglas inventadas por quienes aprender a escribir; b) profunda, sistema de escritura en el que existe una relación relativamente variable (no estrictamente biunívoca) entre grafemas y fonemas; c) superficial, ortografía en la que existe una estrecha relación (biunívoca) entre los grafemas y los fonemas que representan; d) natural, completa correspondencia entre sonido y grafía.

El desarrollo de la ortografía (hitos)

Para escribir sin faltas de ortografía, hay que recorrer un largo camino, incluso en un idioma como el castellano que tiene una buena correspondencia entre fonética y grafía. Es difícil decir a qué edad se debería poder escribir sin faltas de ortografía, pues hay personas que no lo consiguen nunca. Si bien no se puede decir con precisión cuándo un niño debería escribir sin faltas, sí podemos concretar el curso en el que se enseñan las diferentes habilidades ortográficas; y, por tanto, especular sobre la edad en la que debería dominar cada una de ellas.

En primer lugar, los padres y maestros deben tener un claro conocimiento de que el aprendizaje de la escritura es un proceso gradual que comienza con una fase de copia o reproducción. Más adelante, el aprendizaje se vuelve más complejo, ya que es fundamental traducir lo que se escucha (sonidos) en letras (escritura). Esta tarea conlleva lo que clásicamente se denomina escritura al dictado. Finalmente, la eclosión de este aprendizaje se produce cuando el niño es capaz de escribir lo que piensa o imagina. Cuando este objetivo se alcanza podemos hablar de la escritura espontánea. Para avanzar por estas etapas, los niños deben perfeccionar su habilidad caligráfica y desarrollar la atención y la memoria.

Vamos a realizar una proyección aproximada de la cronología evolutiva del desarrollo de la escritura y la ortografía.

Niños de 4 y 5 años: los alumnos aprenden a copiar palabras como objetos que pueden ser dibujados con un cierto grado de intención y significado. Esta primera fase se denomina de reproducción o copia de letras o números. Los escritos de Emilia Ferreiro y Ana Teberoski son referencias obligadas para entender cómo evoluciona la escritura de los niños de estas edades. Antes de comprender el modo de funcionamiento alfabético de la escritura, los niños comienzan diferenciando dibujo de escritura. Una vez que saben qué marcas gráficas “son para leer”, elaboran hipótesis sobre la combinación y distribución de las letras. Esas hipótesis no se hacen sobre lo que las letras significan, sino en el plano gráfico sobre cuáles se combinan y cuántas son necesarias en una combinación. Se trata de ideas que funcionan como principios organizadores del material gráfico, principios que orientan la posibilidad de interpretar un texto o de hacer una lectura. De allí la expresión “sirve para leer” que utilizan los niños. Por ejemplo, los niños distinguen entre textos que tienen “pocas letras” y textos que “son para leer” (como mínimo deben tener tres o cuatro caracteres). También rechazan textos con letras repetidas porque “son todas iguales”. En cambio, varias letras diferentes, combinadas con al menos una cierta alternancia, sí son para leer. Decimos que éstas son restricciones que los niños imponen al material gráfico para permitir un acto de lectura.

Niños de 6 a y 7 años: los alumnos aprenden lo que se llama “ortografía natural”, es decir, aquellas reglas ortográficas que son siempre del mismo modo, aunque no exista una correspondencia perfecta entre el sonido y la grafía. En estos cursos los niños aprenden que el fonema /k/ se puede escribir como <c> en ‘casa’ y <qu> en ‘queso’; o que el fonema /θ/ se puede escribir como <z> en ‘zapato’, pero también como <c> en ‘cena’ o ‘cine’.

Niños de 8 y 9 años: los alumnos aprenden las reglas ortográficas más comunes y las más importantes. Por ejemplo: “todas las palabras que terminan en ‘aje’ se escriben con <j>” o la otra que asegura que “todos los verbos terminados en ‘bir’ se escriben con <b>, excepto ‘hervir’, ‘servir’ y ‘vivir”. Además se aprenden las reglas de acentuación.

Niños de 10 y 11 años: se aprende la acentuación de los diptongos, y se hace especial hincapié en el uso correcto de los signos de puntuación.

Es fundamental que los padres conozcan cada una de estas etapas con el fin de detectar posibles dificultades del aprendizaje. En casa se puede trabajar con ellos leyendo juntos un cuento, hacer preguntas sobre él, etc.

La ortografía a debate

Durante muchos años, cometer una falta de ortografía se consideraba algo intolerable en un estudiante que se preparaba para la vida adulta. El elevado analfabetismo de la sociedad española, que no se empezó a paliar hasta los años 60, provocó que en muchos casos se aceptaran los errores en aquella parte de la población que no había tenido acceso a la educación básica, pero también que una correcta utilización del lenguaje fuese una obligación para aquellos que sí habían gozado de dicho privilegio.

En los últimos años hemos desmejorado el empleo de la lengua y, específicamente, en la utilización de la ortografía. El PIAAC, un equivalente al informe PISA para adultos, señala que sólo uno de cada tres españoles sabe leer un texto largo. No parece que este sea un problema de los alumnos españoles: en las nuevas tendencias educativas parece primar la idea de que el riguroso cumplimiento de las reglas ortográficas es accesorio.

Muchos intentan justificar esta permisividad a través de un conformismo resignado. El uso de ciertas aplicaciones de mensajería de los teléfonos móviles o smartphones e internet han provocado que los jóvenes estén expuestos a más errores ortográficos y de expresión, por lo que es más complicado que interioricen rápidamente las consabidas reglas ortográficas.

De ahí que cada vez sea más habitual que los profesores acepten lo que se considera como “ortografía natural”; es decir, la completa correspondencia entre sonido y grafía, que antiguamente se corregía en la etapa de Educación Primaria y que se encuentra cada vez más aceptada si se parte de que lo importante es el significado y no la contemplación de la norma. Como ocurre cuando se aprende un nuevo idioma, lo importante es comunicarse, no tanto respetar la convención. Una visión un tanto maniquea que supuestamente pone por encima el fondo (la semántica) de la forma (la ortografía), que sería poco menos que un capricho de los académicos.

La ortografía establece códigos que facilitan la comprensión lectora. Por lo tanto, se trata de una discusión un tanto viciada, en cuanto que suele plantearse como una lucha entre la vieja y tradicional escuela, vinculada a la memorización, la aplicación de las reglas y el rigor formal, y las nuevas tendencias, más libres, relativistas y que ya no buscan castigar el error sino animar al estudiante a equivocarse. Pero hay buenas razones para seguir defendiendo el estudio de la ortografía y la aplicación de los códigos que se han aprendido, así como la realización de dictados, análisis de errores o ejercicios, las herramientas que durante años sirvieron para el conocimiento de la ortografía.

Siempre es posible mantener la esperanza cuando nos encontramos con maestros que son vocacionales y creen en la bondad de determinadas tradiciones como es la escritura ortográfica correcta, cuya belleza imprime un carácter especial a la escritura. El rasgo y la ortografía han formado parte de algunas culturas antiguas, como es el caso de la China milenaria, cuyo arte y esplendor se puede contemplar en los grandes museos de la historia cultural.

De una forma modesta y eficiente Víctor Cerrudo Higelmo, un joven maestro acuciado por el deseo de mejorar el aprendizaje de los niños, ha elaborado un método de enseñanza (VOVIP, Vocabulario Ortográfico y Visual para Infantil y Primaria) orientado a la escritura y la ortografía de los niños desde edades muy tempranas. En dicho método se combinan elementos de la escuela tradicional con elementos de la escuela activa moderna. El método contribuye a resolver una de las mayores preocupaciones de los tutores de este país: las faltas de ortografía. El método parte de un principio básico: hay que prevenir que los alumnos comentan errores ortográficos desde muy temprano y hay que evitar que esos errores se consoliden; para ello es necesario intervenir en los estadios iniciales del desarrollo. La principal innovación es que desde los 3 años podemos enseñar a los alumnos una serie de estrategias con las que frenar las faltas de ortografía, antes incluso de que aparezcan o las puedan cometer.

El método ha resultado válido según las pruebas empíricas llevadas a cabo con alumnos de Educación Infantil durante los cursos 2009-2012 y 2012-2015 en el C.E.I.P. las Cigüeñas de Rivas Vaciamadrid (Madrid) con resultados muy positivos: incremento de la sensibilidad ortográfica de los niños y reducción significativa de las faltas de ortografía de los alumnos intervenidos cuando se comparan con otros cursos de similares características de edad y nivel educativo que no han recibido entrenamiento. Además de mejorar el nivel de eficacia de los alumnos adiestrados con este método de entrenamiento, también se observa un nivel de motivación muy alto en los alumnos cuando realizan tareas de escritura y ortografía. Además, el método procura no fijar el error, si es que se produce, ya que una de las premisas básicas es que cuando el niño duda ante la escritura de una palabra debe preguntar al docente cómo se escribe esa palabra con la que tiene un conflicto. El método ofrece también otra ventaja: requiere un tiempo corto y los alumnos y los profesores no se fatigan en una actividad muy rutinaria. Por lo tanto, la herramienta resulta, además de eficaz, entretenida.

Conclusiones

En definitiva, la ortografía facilita el trabajo por el cual las grafías escritas se transforman en conceptos en el cerebro. Un aspecto no considerado hasta ahora que constituye un elemento importante es la inclusión de la escritura manual de las palabras cuando estas han sido escritas de forma correcta. La repetición de la escritura manual influye de manera significativa en la representación cerebral de la palabra. Este método es una buena forma de construir el léxico ortográfico que tanta importancia tiene en la lectura y la escritura, según señalan Richard Gentry y Steve Graham.

Hoy existe la tentación de eliminar la escritura manual debido al uso masivo de los dispositivos electrónicos y los ordenadores portátiles. Louisa Moats en un artículo publicado en 2005 señala que la comprensión de las reglas ortográficas y de formación de las palabras “ayuda al desarrollo del vocabulario y facilita la lectura permitiendo a los estudiantes que entiendan las nuevas palabras desde su sonido, significado, lengua de origen y sintaxis”. En definitiva, la ortografía también nos permite descubrir que “prehelénico” probablemente se refiera el período previo a lo helénico. Así pues, la ortografía tiene funciones mucho más allá de la de servir de mero soporte a los fonemas: la ortografía instaura un código común para todos los hablantes de una lengua y facilita la comunicación entre todos ellos.

Una investigación realizada en Instituto Cervantes llevada a cabo por David Sánchez Jiménez en el año 2006 da una idea de lo que late detrás de la despreocupación por las faltas de ortografía. En la investigación se intenta descubrir por qué textos más cortos y sencillos realizados por estudiantes avanzados estaban cargados de errores mientras otros largos realizados por estudiantes de menor nivel eran más correctos.La principal diferencia entre unos y otros era que los que solían escribir con mayor asiduidad tendían a cometer menos errores. Como señala Sánchez Jiménez, “la buena ortografía no depende tanto del grado de dominio que el estudiante tenga de la lengua como del buen hábito escritor del estudiante, hecho que tiene importantísimas implicaciones para la didáctica de la ortografía”.

La causa más frecuente del error, no obstante, no era el desconocimiento de la regla, sino la desatención, el despiste o la fatiga. Es decir, no se trata de que el alumno no sepa escribir bien la palabra, sino que “estos elementos lingüísticos le resultaban accesorios” y por ello “decidía marginarlos de su producción, frente a otros aspectos gramaticales que centraban su atención, así como priorizaba el manejo de los aspectos implicados en el proceso de composición escrita para comunicarse con el receptor del mensaje”. Es un buen resumen de lo que ocurre cada vez más con la ortografía, cuya importancia se relativiza en favor de otros componentes de la comunicación, lo que provoca que cada vez nos cueste más entender los textos escritos.

Dr. Aníbal Puente Ferreras

Catedrático de Psicología Básica

Universidad Complutense de Madrid